A escribir se aprende escribiendo
Escribir es más que una disciplina artística: escribir es una herramienta que nos permite desenvolvernos mejor en el mundo. Es útil no sólo en el ámbito académico, sino en todos los ámbitos de la vida. Es común escuchar: "Yo nunca he podido escribir", y quizá afirmamos esto porque se tiene la idea de que es un don con el que se nace y no una habilidad que se desarrolla.
Escribir no sólo es escribir literatura, es redactar cualquier tipo de texto con propósitos diferentes; escribir es, ante todo, un acto comunicativo que se realiza en situaciones concretas que van desde ir al mercado hasta elaborar un trabajo para la escuela, por ejemplo.
Es prácticamente imposible, aun para los escritores profesionales, escribir un texto sin errores al primer intento. Por el contrario, la elaboración de un texto requiere de un proceso que se compone de varios pasos.
El proceso de escritura no es distinto al de otras actividades humanas, ¿o será que un científico descubre una vacuna al primer experimento, que un arquitecto obtiene los planos para su obra en los primeros trazos, o que un músico compone una canción o sinfonía en el primer intento? Claro que no: para obtener un buen producto se necesitan dar varias idas y vueltas.
Antes de esbozar el proceso, es importante recordar: se dice que una condición necesaria para escribir es ser un buen lector, no sólo porque escribir exige leer durante el proceso sino porque la escritura se realiza con base en modelos de otros textos escritos.
Ahora sí: el proceso de escritura o de producción consiste en dar una serie de pasos que nos permitan vertebrar de manera lógica y coherente una producción escrita. Daniel Cassany, especialista en el lenguaje escrito, señala los siguientes pasos básicos en el proceso de producción:
1. Propósitos de la escritura. En este punto se responde el ¿Para qué escribo? Esta pregunta resulta fundamental porque su respuesta determinará, entre otras cosas, el tipo de texto que voy a realizar para expresar lo que deseo: una carta, un resumen, un artículo, una entrevista, etcétera.
2. Identificación de los destinatarios. En este punto se responde el ¿Para quién escribo? Esta pregunta determinará, entre otras cosas, el tipo de lenguaje que voy a emplear en el texto: coloquial, formal, etcétera.
3. Planeación. En este punto se responde el ¿Cómo lo escribo? Esta pregunta resulta fundamental porque su respuesta determinará, entre otras cosas, el cronograma de mi escritura (el orden en el que voy a exponer las ideas), si utilizaré otras fuentes o no, etcétera.
4. Redacción. En este punto se escribe la primera versión del texto. Cumpla con su propósito, sea coherente en cuanto a lenguaje y estructura, no presente omisiones, repeticiones innecesarias e información poco clara.
5. Corrección. En este punto es posible compartir el texto con otros para poder detectar todas aquellas fallas (de estructura, coherencia, de gramática y de ortografía) que no se hayan detectado en la revisión. La opinión de otros siempre es muy importante para enriquecer el trabajo de escritura.
6. Edición. Aquí se llega a la versión final, en la que se edita el texto y se le da un formato y una presentación adecuados.
Practicar el proceso de producción cada vez que uno se enfrenta a la hoja en blanco y enseñar a los alumnos a utilizarlo, nos ayudará en la tarea de afinar nuestras habilidades de escritura y nos permitirá adquirir el oficio además de lograr producciones bien estructuradas y con un sentido. Al mismo tiempo reforzará en sus alumnos la capacidad autocrítica ante los propios textos.
a) Lee atentamente el texto A escribir se aprende escribiendo.
b) ¿Por qué crees que es importante desarrollar la habilidad de la escritura?
c) Plantea tres situaciones concretas de la vida cotidiana en las que utilizamos la escritura.
d) ¿Por qué en el texto se afirma que la escritura es un proceso?
e) Transcribe en tu carpeta los pasos a seguir en la producción de textos y
explica con tus palabras en qué consiste cada uno.